divendres, 5 de desembre del 2014

Altai (Gobi)





Descargamos la moto en Altai. En las afueras del pueblo encontramos un terraplén donde acercar el camioncillo para facilitar la descarga de la moto. Nos ayudaron a bajar los más de 300Kg varios jóvenes que se acercaron curioseando. En Denver, ataron la moto con una sola cuerda larga y tanto Jordi como yo creímos que la moto se movería o que tendríamos que parar para tensarla de nuevo, pero al descargarla nos dimos cuenta de que esta gente tienen esto muy  por la mano, no se habia movido nada.
Encontramos una Wi-Fi abierta para consultar en Internet y pudimos buscar varias opciones de hotel en la ciudad. Nos dirigimos al más económico y resultó ser bastante básico. Jordi pedía un poco mas de comodidad hoy. Fuimos hasta la segunda opción de Booking que resultó ser un buen hotel, caro para nuestro presupuesto pero esta noche merecíamos un plus de comodidad.
La moto tenia que dormir en la puerta del hotel pero estaba segura…habían cámaras! No se si lo he comentado antes pero en estas latitudes, la seguridad se mide por la cantidad de cámaras que estén enfocando…a nosotros no nos ha convencido eso nunca!
Descargamos lo imprescindible de la moto y mientras poníamos las motos siguiendo las indicaciones de recepción del hotel, bajo la mirada de una cámara de seguridad, vimos que a pocos metros y en la acera de enfrente habia una comisaría de policía. Dejamos de lado la efímera seguridad de la cámara y me dirigí a las dependencias policiales.
Intenté dar todas las explicaciones posibles para conseguir parking seguro y cada vez, mi interlocutor me remitía a un superior suyo. Acabé hablando con el Jefe, cargado de medallas y con la gorra más dorada de todos. Me invitaron a un café y me indicaron dónde podríamos dejar las motos para pasar la noche con seguridad.
Altai es una ciudad comercial, un punto de mucho tránsito de camiones y gente de paso, donde las motos corren más peligro que en cualquier pueblecito donde hubiéramos dormido anteriormente (descartando el que la propia policía nos invitó a abandonar en Rusia). Dentro del recinto policial las pudimos dejar cargadas y nosotros descansar tranquilos.

Después de una merecida ducha salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel para ver qué posibilidades habia para cenar y para intentar buscar un transporte que sacara la moto y a Jordi de Mongolia.
Expusimos el problema del transporte al propietario del Hotel y realizó diversas gestiones sin suerte en aquel momento pero nos dijo que seguiría realizando llamadas. Jordi estaba KO y se quedó en la habitación descansando y yo salí a intentar resolver el problema de mañana.
No es fácil en Altai dar con alguien que tenga una furgoneta suficientemente grande para cargar la GS y que además quiera ir hasta la frontera con Rusia a unos 750Kms por pistas de montaña.
Salí a la calle y empecé a preguntar a toda la gente con la que me cruzaba. Casi nadie sabía inglés y me resultó francamente complicado dar explicaciones convincentes de nuestro problema y de lo que necesitábamos. Paré a furgonetas en medio de la calle, camioncillos, taxistas,…,hablé con policías y no conseguí nada. En una de estas consultas al azar di con una chica que hablaba un poco de ingles y que me sirvió de intérprete para poder explicar mejor nuestras necesidades (Gracias Hulan!). Estuve varias horas y casi todo Altai ya sabia que habia un tipo por la calle preguntando por un transporte….
Volví al hotel sin tener noticias de ninguna posibilidad factible, pues la única era un chico que pedía una barbaridad de dólares.
Al rato llegó al hotel una señora que preguntó por nosotros. Era profesora de inglés. Explicaba que conocía una pareja que vivían cerca de la frontera rusa, que tenían una furgoneta, que eran taxistas, que ahora mismo estaban en Altai, que mañana salían hacia su casa sin pasajeros y que quizá nos podríamos entender en el precio del viaje!!!
Era exactamente lo que pedíamos, además ellos volvían a casa y el precio del viaje podía resultar interesante.
No hizo falta discutir demasiado el precio. Por unos 250$ llevaban la moto y a Jordi hasta Rusia. Ni preguntamos si cabría la moto en la furgoneta…..la haríamos caber como fuera!!!!
Por la mañana a las nueve estábamos desayunando cuando la señora con la que ayer habíamos pactado el transporte apareció en el comedor del hotel. Ahora ya con más calma nos explicó que ella no tenia nada que ver con quienes llevarían a Jordi hacia Rusia, eran solo amigos, pero que alguien le contó la tarde anterior que unos motoristas habían tenido un problema y que necesitaban un medio de trasporte. La táctica de ayer por la tarde habia dado su fruto. Nos presentó a la pareja con la que compartiríamos los próximos dos días. Jordi pagó lo que pidieron y nos dispusimos a meter la GS dentro de la furgoneta. Habían plegado las dos filas de asientos posteriores pero necesitaron desmontar un asiento de la siguiente hilera. Desatamos el petate que Jordi llevaba encima del transportín y la visera delantera porque la moto no entraba por altura. Finalmente la GS encajó con calzador dentro de la furgoneta. Igual que cuando la descargamos al llegar a Altai, al cargar furgoneta tuvimos ayuda de varios transeúntes curiosos. 

Las alarmas de nuestras motos, al desconectarlas emiten un pitido agudo, pero si por algún motivo se han activado, el tono del pitido cambia. Comprobamos así que durante esta noche algo les habia pasado, seguramente algunos policías curiosos debían haberse subido para hacerse alguna foto.  
En estos países la gente se ofrece para ayudar. La falta de costumbre te hace desconfiar un poco al principio pero te das cuenta que los raros somos nosotros, no cuesta nada echar una mano desinteresado a quien ves que lo necesita. Recordemos los motoristas de las ciudades rusas, Egor, ayudas para entender papeleo fronterizo, alojamiento en casas articulares, encontrar direcciones, comida, cargar/descargar moto, reparaciones, visitas guiadas… y más que nos iremos encontrando a lo largo del viaje y que iremos contando.
Jordi subió como pudo a la furgoneta, se acomodó en  el asiento delantero de la SsangYong y partieron hacia el oeste. Tres horas más tarde salí yo detrás de ellos después de visitar la comisaría de policía, aprovisionarme de agua y comida y llenar el depósito de la moto con gasolina de 80oct.
En moto se circula más deprisa en pistas y debía de alcanzarlos antes de acabar el día porque estaba previsto que dormiríamos juntos en una zona de girts a unos 400 kms de Altai.

Empezaba aquí el viaje en solitario. Ya no tenia a nadie en el intercomunicador que me diera conversación, nadie con quien comentar lo que iba viendo, nadie que me esperara ni a esperar en los cruces, nadie a quien seguir ni que me siguiera,…. Una sensación muy extraña después de haber compartido tanto y tantos kilómetros con Jordi. Tenía que tomármelo con más calma, ya no había nadie cerca para echarme una mano si lo necesitaba. Tenia que asegurar más cada paso, cada curva, cada bache, cada zona de arena,…
Por otro lado veía que para Jordi era la mejor salida, no podía continuar. Además habíamos quedado que una vez en Rusia acabaríamos de programar el resto del viaje y que si él no podía continuar haciendo tramos de arena, buscaríamos rutas alternativas o nos encontraríamos más adelante. Tampoco quería hablar demasiado con él del tema porque estaba suficientemente abatido por no poder realizar su sueño por problemas físicos.

Después de Altai el paisaje cambia. Las interminables planicies desérticas que habíamos cruzado se estaban ondulando cada vez más. A mi izquierda se elevaban picos nevados que rompían con la monotonía del Gobi. Empezaron a aparecer los primeros dromedarios. Era la primera vez que los veía en su hábitat y los inmortalicé fotografiándolos compulsivamente. Me acordé de los renos de Finlandia camino del Cabo Norte.
Los primeros que encuentras son la novedad, después pasan desapercibidos a no ser que te los encuentres en medio de la  carretera, dentro de un túnel,…

La ruta no varió demasiado respecto a los dos días anteriores. Pistas rápidas con zonas de arena, ondulados y decenas de pistas paralelas en mi dirección. Cada vez que veía una nube de polvo a lo lejos me desviaba hacia ella para darle caza y controlar que no adelantara la furgoneta que transportaba a Jordi.
Reposté 80oct. (o menos) en un pueblecito donde fui el centro de atención de varios motoristas mongoles. Ellos llevan motos chinas de 125cc de 4tiempos de marcas desconocidas por mí. Muchas de ellas tuneadas con dobles amortiguadores posteriores para aumentar la capacidad de carga, luces extras y altavoces. Varios de ellos me ofrecieron intercambiar montura pero al final no llegamos a trato. Tuve problemas para pagar la gasolina pues el encargado nunca habia cobrado con una tarjeta de crédito y no sabia cómo funcionaba el datáfono. Llamó al responsable varias veces y ni así lo veía claro, esto de que yo marchara sin dejar dinero en efectivo no le convencía. El idioma no ayudaba lo más mínimo. Finalmente pude presionar la tecla verde del datáfono, que era el paso donde estábamos bloqueados y que no me permitía manipular. El encargado vio cómo salía el ticket y tuvo que leérselo y revisar varias veces para quedar medio convencido de que habia pagado correctamente.
Compré agua y un tentempié en una tiendecita de la calle principal y seguí mi camino.
Vi a lo lejos una furgoneta parecida a la que transportaba a Jordi y me desvié hacia ella. Efectivamente eran ellos. Debían haber parado a descansar pero cuando me acerqué vi que salian unas piernas de debajo del motor. 


El conductor estaba reparando una avería y su mujer le iba dando las herramientas que pedía. Habia desmontado todo el frontal de la furgoneta hasta dejar el frontal del motor a la vista. No habia perdido ni una gota del agua del radiador y demostraba que esta operación la había hecho muchas veces antes. Jordi me explicó que se habia roto el rodamiento del tensor de la correa. Sin una ciudad para conseguir el recambio a menos de 400Kms a la redonda, qué posibilidad habia de reparar la furgoneta?
En pocos minutos el conductor tenia el rodamiento roto desmontado. Se habia partido la jaula y las bolas estaban bastante machacadas. Del interior de la furgoneta sacó otro rodamiento usado que llevaba de recambio. Allí mismo, en el suelo de arena, desmontó los dos rodamientos y montó uno a martillazos. Lo untó de grasa y nos miró sonriendo mostrándonos la pieza reparada. La montó, tensó la correa y el motor Mercedes arrancó como si nada hubiera pasado. Dudamos que resistiera mucho pero la verdad es que a día de hoy seguro que el rodamiento sigue en su sitio.
Hemos tenido a una clase magistral de solución y reparación de averías con medios limitados. No es la primera y tampoco será la última a la que asistamos. Aquí no hay asistencia, ni grúas, ni talleres y todo se acaba solucionando.
Caía la tarde y aún teníamos que llegar donde nos dijeron que dormiríamos esta noche. En Altai, la señora que nos encontró el transporte, no dijo que dormiríamos en un gerts y que estaba todo preparado para nosotros. Emprendimos la marcha. La taxi-furgoneta circulaba delante y yo los iba siguiéndolos a cierta distancia para evitar la polvareda. La pista no es que se complicara demasiado pero seguimos cruzando arenales. Las zonas mas blandas eran las propias roderas y a menudo rodaba por fuera del camino para evitarlas.

Empezamos a encontrar montañas y la pista ascendía y descendía descubriéndonos vistas y paisajes increíbles, de los más espectaculares que habia visto jamás teñidos por los últimos rayos del sol que nos habia acompañado todo el dia.
Llegamos al poblado donde teníamos que dormir cuando ya oscurecía.
Callejeamos unos kilómetros por calles llenas de arena y agujeros, entre muros que separaban casas tristonas con tejados de chapa. En el interior de los patios habia vehículos desguazados y montones de  chatarra. Paramos delante de un tiendecita de la que salió una pareja que saludaron al conductor de la furgoneta y a su mujer. Hablaron un buen rato y acabamos entrando dentro de la tienda donde nos dijeron que podíamos comprar la cena allí mismo. Me indicaron que la moto podía dormir en un patio contiguo y que nosotros dormiríamos allí mismo en el suelo. Esta noche no habría gerts, pero ya nos valía. La conversación continuaba y en varias ocasiones subió de tono aunque al no entender absolutamente nada no sabíamos lo que estaba pasando.
Vimos que la conversación se refería a mi y fue entonces cuando me dieron a entender que yo no podría dormir allí. Que el servicio de taxi-furgoneta era para Jordi y su moto pero que no contaban conmigo. El conductor de la furgoneta estaba sentado en un rincón de la tienda cabizbajo y su mujer seguía discutiendo a voces.
Me dijeron que a unos 80 kms de allí encontraría un lugar para poder dormir. En pocas palabras yo sobraba….

Gobi



Jordi lleva ya algunos días con alguna molestia física. Cuando llegamos a la isla de Oljón empezó a dolerle la ciática en una pierna. Mientras va en moto sentado o de pie no le molesta nada. El problema viene cuando se sienta en una silla y tiene que levantarse, el pobre ve las estrellas. Quien haya sufrido una ciática sabe de lo que hablamos, un dolor nervioso, eléctrico, que no amaina con nada y que limita cualquier actividad física.
Por Internet nos hemos puesto en contacto con uno de nuestros colaboradores, Ortopedia Maza, y Santi nos ha estado recomendando ejercicios y estiramientos para combatir este dolor. A parte de darnos la pauta de anti-inflamatorios a tomar para intentar solucionarlo.
Esta mañana parece que el dolor de Jordi es bastante agudo y yo mismo he tenido que sacarle la moto del parking donde la habíamos dejado la noche anterior. Todo esto empieza a preocuparnos un poco ya que nos esperan etapas duras físicamente y Jordi lo pasará mal. Un remedio seria parar y esperar a que la inflamación desapareciera pero no disponemos del tiempo que quisiéramos y decidimos continuar pese al doloroso contratiempo.
El hotel incluía un desayuno estándar de huevos fritos, pan y te (xai) y tras devorarlo salimos a llenar a tope los depósitos y los bidones extras ya que no sabemos lo que nos encontraremos de ahora en adelante. El asfalto termina justo en la entrada gasolinera, la salida ya es arena.
Esta es la primera vez que pisamos un desierto y nos lo tendremos que tomar con calma para ir rodando e ir tanteando la conducción sobre esta superficie.
En nuestro caso, en la zona del Gobi que atravesaremos, encontraremos pistas duras de piedra y grava, arena suelta y compactada, bancos de polvo, suelo ondulado,…, y un río que atravesar.
En mi caso, seguramente por no tener ninguna merma física, le cojo confianza bastante rápido y empiezo los tramos del Gobi incluso a demasiada velocidad. La moto va perfecta, pesa lo suyo pero subo un poco la precarga del amortiguador trasero intentando garantizar no hacer topes en algún badén. El problema de circular sobre este tipo de piso es que a baja velocidad la rueda de delante manda sobre la moto y acabas haciendo verdaderos esfuerzos para mantener una trazada recta. Vamos poniendo en práctica las técnicas que habíamos leído con atención sentados en el sofá de casa preparando el viaje. Que si el peso atrás, que si  vigila esto…que vigila lo otro…nuestra experiencia nos dice ahora que ante las adversidades…GAS!!
Cuando vas despacio la rueda de delante se intenta clavar en los suelos blandos y es cuando empieza a zigzaguear y tú a sudar. Dar un poco de gas y buscar que la moto traccione hace que el peso  recaiga sobre la rueda trasera, liberando la delantera, haciendo que desaparezcan esos movimientos tan peligrosos. Lo decimos así porque la experiencia nos dice que son peligrosos, vamos, que si no intentas poner remedio vas al suelo.
La banda de rodadura de los Metzeler Karoo3 consta de gruesos tacos transversales en forma de pala y nos ha proporcionado en todas las situaciones un gran agarre, tanto traccionando en arena como rodando por pistas duras y asfalto.  Agradecer desde aquí a Neumáticos Trullas y al mismo Metzeler que nos ayudaran a elegirlos. Tema neumáticos y material le dedicaremos un post a parte.
Se me olvidaba, para rodar con seguridad en offroad hay que ir de pie todo el rato, sentarse significa desplazar peso delante, que se hunda la rueda y que empiecen los meneos.

Empezamos  el desierto a ritmos diferentes pero al ir intercomunicados no tuvimos ningún problema de perdernos, bien al contrario, el que iba delante podía ir avisando de lo que se encontraba en el camino y de los mejores desvíos a tomar.

En este desierto no hay una sola pista que vaya hasta tu destino, hay decenas de pistas paralelas. A menudo te cruzas con camiones y vehículos que circulan en pistas a centenares de metros.
Mongolia parece dividida en dos. La parte de Ulan Bator, que es la capital, es la más desarrollada y se suministra principalmente de Rusia. Al oeste está la barrera natural del Gobi. Así y todo hay valientes transportistas que atraviesan estas exigentes pistas destrozando sus vehículos. Son verdaderos mecánicos al volante porque tienen que reparar averías, que nuestros mecánicos tardarían un par de días, en un rato y utilizando piezas de repuesto usadas o adaptadas. Mas adelante veréis como se cambia un rodamiento de un tensor de una correa, reconstruyéndolo partiendo de rodamientos hechos polvo.

Nuestro amigo Ignasi Calvo de GR11.net nos habia informado de lo que nos deparaba la travesía del Gobi y tal y como nos contó a unos 200kms de al última gasolinera encontramos arena, mucha arena.

Jordi tuvo algunos sustos antes de llegar a la arena pero fue solventándolos y cogiendo seguridad. Pasé uno de los primeros tramos de arena y paré un poco mas adelante. Por el intercomunicador avisé a Jordi que tuviera cuidado y intenté orientarle para que pasara la zona por la parte mas dura. Nadie contaba que habia una piedra escondida entre la arena y fue a darse contra ella dando casi una vuelta de campana, lanzando a Jordi al suelo y cayéndole la moto encima de él. No vi la caída pero escuche la locución del trompazo en directo.

Volví atrás tan rápido como pude y pude ver a Jordi rebozado, escupiendo arena de rodillas al lado de la moto. La GS habia dado la vuelta entera y estaba mirando la dirección contraria. Jordi se puso en pie y me dijo que habia perdido una lentilla, la encontramos pero ya no tenia remedio. Se quejaba de un pié y de un golpe en el pecho. Parecía que la caída solo le habia magullado pero habia sido mas fuerte de lo que pensamos en un primer momento y las consecuencias serian importantes más adelante.

La moto tenia el pico roto, la defensa del cilindro doblada, el retrovisor arrancado y habia perdido el cristal de uno de los focos led. Verdaderamente Jordi habia caído en una trampa difícil de superar. Arena muy fina, roderas y un pedrusco de unos 5 kg.

Según nuestros planes a 20 kms teníamos que vadear un río y decidimos que seria un buen lugar para descansar y reponer fuerzas.
Parece increíble encontrarse un río en medio de un desierto. En el lado izquierdo hay una serie de girts con variada oferta de comida y alojamiento. Vemos también camiones, furgonetas y tractores que, si no te ves capaz de superar el río, pagando te pasan al otro lado si mojarte. Al llegar nos ofrecieron la posibilidad de pasar la moto pero el precio era alto. Kilómetros antes preguntamos a un par de vehículos que pararon para interesarse por el estado de Jordi en la zona de la caída y nos dijeron lo que habían pagado ellos para que los remolcaran para cruzar el río con el motor parado y era unas tres veces menos de lo que nos pedian a nosostros.
Estuvimos mirando cual era la zona que menos cubría fijándonos en algún camión que pasó. Con nosotros estaban dos conductores de camión que parecía estaban descansando. Uno de ellos hablaba inglés y nos indicó un zigzag dentro del rio que debíamos hacer para pasar por la zona buena. Hasta le pidió al otro conductor, que resultó ser su hermano pequeño, que pasara con el camión y que nos convenciéramos que no era tan complicado.
El principal problema era que entrara agua por la toma de aire del motor, que está justo encima del cilindro derecho. Por lo que vimos el agua no cubría lo suficiente como para tener problemas. Llevábamos un tubo de más de un metro para montarlo a modo de ´snorkel´ expresamente para este vadeo pero no lo vimos necesario. Me armé de valor, encaré la moto y empecé a cruzar el río. Una cosa es ver el zigzag desde la orilla y la otra es ir sorteando piedras e intentar coger alguna referencia de donde girar. Resultó que hice el zigzag demasiado largo y la GS empezó a tragar agua hasta que se paró. De hecho la sensación que tuve es que se habia calado pues ya estaba casi en la otra orilla. Le di un toque de botón de arranque pero al instante noté que no estaba calada…estaba inundada.
Unos cuantos de los que estaban en la otra orilla mirando como intentaba el vadeo se metieron en el agua para venir a echarme una mano y sacar la moto. Yo solo no hubiera podido. Entre los que vinieron estaban los que hacían negocio pasando vehículos. Entre todos la sacamos y la dejamos en tierra firme. Como ya se habían metido en el río, pasaron la moto de Jordi empujando con el motor parado sin más problema.
Para vaciar el motor de agua lo único que hay que hacer es sacar las bujías de los dos cilindros y darle al motor de arranque para que escupa el agua que ha entrado. Se secan un poco las bujías antes de montarlas de nuevo y en principio arranca. Tuvimos que repetir la operación un par de veces pues parece que le costó mas de la cuenta escupir toda el agua. Arrancó a trompicones pero los presentes, acostumbrados a este tipo de incidente, aseguraron que cuando en motor se calentara volvería a ir redondo. Y así fue.
Antes de despedirnos les ofrecimos unas galletas de chocolate a forma de agradecimiento por haberse tenido que mojar por nosotros y acabamos con los dos paquetes que llevábamos. Nos despedimos de los hermanos de los camiones sin saber que nos volveriamos a encontrar. 
Jordi parecía que iba mas seguro y rodaba deprisa sobre la pista dura, pero volvimos a encontrar zonas de arena y tubo una segunda caída. Igual que en la primera, la moto quedó girada pero parecía que Jordi no se habia hecho daño esta vez.
Encontré mas adelante al hermano pequeño de los chóferes con los que habíamos cruzado el río con el camión averiado y avisé a Jordi que estaba parado por si hacia falta echar una mano al chico. A unos 50 metros de donde estábamos, Jordi tuvo la tercera caída. La moto quedó del revés otra vez y Jordi se hizo daño en un pié. Ya no podía más. Llevábamos 230kms de Gobi y Jordi estaba agotado. Tan cansado que ya no era capaz de conducir la moto con seguridad.
Al chico del camión se le habia roto el tornillo que fija la barra de dirección y nos dijo que no le podíamos ayudar y que si encontrábamos a su hermano le dijéramos dónde estaba.
A unos 8 kms vimos el otro camión parado y le explicamos la avería que habia tenido su hermano. Nos indicó que a unos 20kms habia Denver, un pueblo con gasolinera.
Al llegar al poblado paramos justo en la entrada y pudimos ver que estaba formado por unas 20 girts y un par de sencillas casitas. Vino una señora hasta donde estábamos y nos ofreció sitio para dormir a muy buen precio. La primera opción era compartir girts con la familia y la segunda opción que nos ofrecieron fue que la propietaria de una de las casitas se fuera a dormir al girts de su hermana y fuéramos nosotros quieres durmiéramos en su casa. Esta opción era al mismo precio y nos decantamos por ocupar la casa. Nos ofrecieron cena y nos trajeron sopa Lagman muy buena, que repetiríamos para desayunar pues era el único plato de la ‘carta’.


Ya muy tarde llegaron los dos hermanos camioneros y estuvimos charlando un rato de los problemas que tienen para atravesar tan duro recorrido.
A dormir y a reposar, a ver si mañana Jordi se levanta menos dolorido y con mas ánimos, aunque lleva ya unas cuantas horas anunciando su abandono....
Por la mañana, después del Lagman de desayuno, Jordi me pidió si podíamos intentar encontrar la manera de salir el Gobi con una furgoneta. Empezamos las gestiones y no costó demasiado que viniera una pequeño camión con la caja abierta donde subir la moto de Jordi y llevarla junto con él hasta Altai.





Saliendo de Denver a unos 25kms empezaba una carretera de asfalto nuevo pero aun y así Jordi agradeció no haber de conducir más la moto.
Una vez en Altai descargamos la moto y empezamos las gestiones para encontrar hotel. Después de dar varias vueltas y de encontrar alguno económico, decidimos descansar bien pagando el hotel más caro y poder tomar una merecida ducha después de dos días en el Gobi.